Las latas de bebida son un claro ejemplo de la utilidad del reciclaje de chatarra. Una lata de bebida puede reutilizarse infinitamente ya que en el proceso de reutilización no sufre pérdida de peso ni de calidad, por lo tanto de una lata reciclada se puede obtener otra lata nueva lista para volver a formar parte del proceso productivo.
A este beneficio medioambiental hay que sumar las mejoras tecnológicas que se han conseguido a lo largo de los años, llegando a reducirse llamativamente la cantidad de material usado para su fabricación disminuyendo considerablemente su peso en hasta casi un 50%, lo cual ha reducido en casi un 40% el consumo de energía necesario para su elaboración.
Las latas suelen fabricarse en aluminio y en los últimos años se calcula que se ha llegado a reciclar en torno a 120.000 toneladas anuales de latas de bebidas. Su proceso de reciclado se consigue por medio de separadores electromagnéticos que las atraen a modo de imán separándolas del resto de residuos.
El contenedor adecuado para el reciclaje de las latas de bebidas es el amarillo, que es el contenedor indicado para los envases metálicos, botellas y envases de plástico y briks.
Una vez separadas se limpian y se funden en bloques compactos de aluminio que serán reutilizados para la fabricación de nuevas latas u otros productos de aluminio.